jueves, 17 de marzo de 2011

SACERDOTE, PROFETA Y REY

No es un chiste religioso que el mismo Dios, Creador del Universo, tenga que meterse en un cuerpo humano y venir a ensuciarse los pies a las polvorientas callejuelas de un país sin ningún brillo (me imagino a Israel en esos años, si en este instante en mi ciudad, "la capital de la minería mundial", no se puede caminar por sus calles, llenas de hoyos y de caca de perros).  Obviamente que la enseñanza debe ser más profunda que una simple demostración física de cómo se cumplen las Escrituras proféticas y, por supuesto, esta venida apunta a darnos alguna clase de lección que nos ayude a ser personas que cumplan los objetivos por los cuales nacieron y son seres humanos en este instante.  Se me ocurre que la gran lección es para los varones porque Dios elige usar el cuerpo de un hombre-podía perfectamente haber venido con cuerpo de mujer, y no habría faltado en nada, supongo-, y eso debe darnos algunos  indicios de que Dios espera algo del "sexo fuerte" (lo pongo a propósito entre comillas, en tono irónico, porque de verdad que hombres verdaderos son productos en extinción).  Su gran parábola fue Jesús, y al decir parábola estoy diciendo un ejemplo práctico, didáctico, de una enseñanza más abstracta y compleja, y este Jesús fue un sacerdote, un profeta y un rey.  Sacerdote porque habla a Dios a favor de las personas, intercede por la humanidad, es un intermediario entre la necesidad humana y el favor de de Dios.  Profeta porque es un enviado de Dios con un mensaje para los hombres, un interlocutor entre los deseos del corazón de Dios y la obediencia de los seres humanos.  Y rey porque establece un reino, un gobierno hacia un sistema que, a todas luces, tiende a salirse de control, del orden.  Entonces, sacerdote, profeta y rey serán los puntos que marcarán su ministerio entre los hombres.  Y creo que todo cristiano sabe cuál es el propósito de Dios: llegar a ser semejantes a Jesus.  Y, por supuesto, que el Señor mirará a cada varón para ver el cumplimiento de su objetivo como iglesia, lo cual determinará que cada varón llegue a ser un sacerdote, un profeta y un rey, que en cada lugar donde vive, se desarrolla y actúa sea un intercesor a favor de ese núcleo- llámese casa, hogar, oficina, universidad-y pida a Dios a favor de los hombres; también cumplirá en ese mismo lugar un rol profético, hablando a los hombres a favor de su Señor, señalando la voluntad de Dios y el cumplimiento de los tiempos.  Y será un rey que marcará pautas, líneas de conducta, estableciendo valores y principios a través de un ejemplo práctico, coherente con la Palabra del Señor.  Para esto es que ha venido el Espíritu Santo a capacitar a los creyentes, para darles el poder de ser verdaderos testigos, cada día, en cada momento, en cada situación.  Con amor, con empatía, con asertividad.  Tal como Jesús lo hizo en sus dias terrenales.  Ese es el verdadero rol de un hombre parado en Cristo.

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