miércoles, 7 de octubre de 2015

MACHOS INDIGNADOS

Me duele profundamente cómo la gente sin valores y sin respeto a Dios va tomando palco en las tribunas de la sociedad (léase medios de comunicación, política, economía, espectáculo, etc) para decirnos por dónde debemos caminar, qué aceptar y qué no aceptar.  Me indigna tremendamente ver cómo la hombría se ha ido perdiendo de la faz de la tierra para dar paso a un ser espiritualmente híbrido, sin sabor a nada. Pero lo que más dolor me produce es ver cómo los que dicen ser cristianos no ejercen un liderazgo en una sociedad que se va comiendo todo lo bueno, lo poco bueno que aún queda por ahí.  Veo una falta de compromiso con la verdad, con la fe, con la integridad.  Cristianos perezosos, esperando recibir, recibir y recibir, pero jamás comprometiéndose con la familia, con la sociedad, con la nación.  Y el caos está por doquier; por donde quiera que pongamos los ojos vemos que las mujeres se van quedando solas en las congregaciones, batallando solas con el mundo que quiere arrebatarles los hijos, ministrando solas un culto familiar a Dios, reprendiendo solas al diablo y a los demonios que pugnan por destruir sus mundos. ¿Y los maridos?  Coqueteando en la oficina con la secretaria o con la vecinita de turno, hechos los "machos" o "minos", desligados absolutamente de toda responsabilidad como padres, como sacerdotes ante Dios, como cabezas de la familia.  Hombres que se olvidaron totalmente que la verdadera imagen de un hombre completo es la imagen de Cristo.  De las mujeres infieles e incoherentes hablaremos en otra oportunidad, pero hoy quiero hablar de la masculinidad en retirada; en la iglesia veo miles de mujeres que se van quedando solas por el sólo "defecto" de haber elegido ser coherentes en su vida, coherentes con la verdad, coherentes con el compromiso y coherentes con la palabra del Señor. ¿Pero qué digo? ¿Pobres mujeres? Benditas sean ellas. Pobres hombres, necios (en lenguaje moderno es estúpido, imbécil, tarado), que se han ido quedando sin Dios y, por ende, sin principios fundamentales para poder establecer sus vidas cuando queden completamente solos, sin amigos verdaderos (los que tienen ahora son parte de la farándula y, por lo tanto, efímeros), sin hermanos espirituales, quienes, aunque sea a tropezones, tienen el coraje de querer avanzar en medio de una humanidad colapsada y descreída y, lo que es peor, solos, sin el respeto de esos hijos que han abandonado y que jamás podrán ser seres absolutamente plenos por no haber podido contar con un verdadero padre, sólo un dador del espermio injustamente premiado.
Un abrazo a los verdaderos machos,      

                                                                        Pastor Rubén Rodríguez R.