miércoles, 21 de noviembre de 2012

UN VERDADERO DISCÍPULO DE CRISTO

1. Un verdadero discípulo de Cristo se compromete a vivir una vida coherente con los valores cristianos.

2. Un verdadero discípulo de Cristo se compromete a construir buenas relaciones con otros hijos de Dios.
 
3. Un verdadero discípulo de Cristo se compromete a no practicar el pecado.
 
4. Un verdadero discípulo de Cristo se compromete a construir un matrimonio sólido y una estable.
 
5. Un verdadero discípulo de Cristo se compromete a trabajar en la visión y misión de su congregación, siendo generoso en su tiempo y recursos.

6.  Un verdadero discípulo de Cristo es colaborador activo de su pastor, honrando su visión y su persona.
 
7. Un verdadero discípulo de Cristo rompe cualquier barrera racial o denominacional para alcanzar la verdadera unidad bíblica.
 
8. Un verdadero discípulo de Cristo influye en su entorno, transformando las vidas de los que llegan a conocerlo.

9. Un verdadero discípulo de Cristo es un buen ciudadano, obediente a las autoridades y respetuoso de las leyes.

10. Un verdadero discípulo de Cristo ama al pecador y usa cualquier estrategia para libertarlo de la esclavitud del pecado.

sábado, 10 de noviembre de 2012

CORDERO Y LEON

Si hiciéramos una encuesta preguntando acerca de que es un hombre, creo que tendríamos cientos de respuestas, tales como: "ser hombre es vestirse como hombre", "ser hombre es ser rudo", "ser hombre es tener sexo con muchas mujeres" o, como escuchaba cuando era un niño "ser hombre es no llorar", o como señalaban nuestras abuelas "el hombre debe ser feo, hediondo y peludo", o como señalan hoy los opinólogos en la telebasura de los matinales, que el prototipo del hombre es el metrosexual.  Me llama la atención que Pilatos, al mostrar a Jesús públicamente, después de ser azotado, haga la siguiente presentación: "Ecce Homo" (Juan 19:5).  Ecce Homo significa en latín "Este es el hombre", declaración que, no me cabe la menor duda, es inspirada por el Padre para dejar establecido que Jesús es el prototipo del hombre verdadero, que alguien que se precie de tal deberá ser un imitador de las conductas de este modelo.  En el griego la frase es "Idou Ho Anthropos", término que habla del ser que deja de ser un primate elemental y se yergue, se para, aprende a mirar hacia arriba.  Sin lugar a dudas que Jesús nos enseña a mirar hacia arriba, erguidos, con nobleza y dignidad, más allá de los azotes que te da la vida y las espinas que puedan ser puestas en nuestro existir.  Un maravilloso ejemplo de esta hombría lo encontramos en el Nuevo Testamento, en la escena en la cual Jesús está frente a la tumba de su amigo Lázaro, y llora.  Me lo imagino diciendo, mientas las lágrimas se deslizan por sus mejillas, "Padre, yo se que tú siempre me escuchas, y esta muerte es para que tú seas glorificado".  Sigo viéndolo en el Espíritu, secándose el rostro, dirigiendo su mirada hacia la tumba, y ordenando, con un vozarrón que heló la sangre de los que lo rodeaban "Lázaro, ve aquí afuera".  El tenía una identidad clara, así que no tenía ningún problema en llorar delante de cualquiera y, al minuto, estar encima de la muerte y de las tinieblas.  Tierno y fuerte.  Cordero y león.  He aquí el Hombre. Entonces, ser un verdadero hombre no tiene que ver con las respuestas cliché, ni el feo hediondo y peludo, ni el metrosexual que aparece en las portadas de las revistas de moda, sino que, más allá de eso, el anthropos será tierno sin dejar su masculinidad, podrá estar perfumado sin dejar de ser varonil, amoroso y comprensivo sin perder su fuerza, asertivo y empático sin que pierda sus convicciones.  Podrá llorar en el entierro de sus amigos, sin perder su dignidad.  Cumplirá sus promesas y defenderá su palabra empeñada.  Podrá ser un fanático de la selección de su país y emocionarse con las victorias de su equipo, pero jamás dejará de cumplir con sus deberes como hijo de Dios. Y entonces, por donde vaya, triunfante o saliendo de una quiebra, victorioso o derrotado, sano o enfermo, los que lo vean dirán: Ecce Homo,  Idou Ho Anthropos. Ese que va ahí es un verdadero hombre.

lunes, 22 de octubre de 2012

EL NOMBRE DE DIOS EN VANO

¿Cuándo se habla y se canta de Jesús de manera vana? Seguramente en los días de Navidad. Muchos ponen en sus labios el nombre de Jesús por tradición, para vender más cosas, o para atiborrarse de comida y bebida. Todo ello sin pensar en el significado de su nombre.
El tercer mandamiento trata de la forma en que hablamos de Dios. Su transgresión se ha convertido en un pecado capital de nuestra sociedad moderna. El significado del mandamiento depende en parte de la frase “tomar en vano”. Viene de una raíz que significa malgastar e implica la idea de algo vacío de sentido.
La palabra se encuentra en el Sal. 2:4, “el que no adora a ídolos ni hace juramentos falsos” donde ídolos es la traducción de la misma palabra (vacío, malgastado) y la palabra falsos traduce el término para engaño y fraude.
El nombre
En realidad, el significado del tercer mandamiento depende principalmente de la palabra nombre. El uso del nombre nos recuerda el encuentro de Moisés con Dios en el desierto cuando contempló la zarza que ardía y no se consumía.
Seguramente Moisés había visto más de una vez una zarza ardiendo, pero nunca había contemplado una zarza que ardía y no se consumía. Dios le habló encomendándole la misión de liberar a su pueblo de la esclavitud. Pero él necesitaba saber el nombre personal que tenía el Dios del que había de ser su portavoz.
Dios le respondió con las palabras Yo soy el que soy que corresponde a cuatro consonantes en hebreo: YHWH (Yod, He, Wau, He) que convenientemente vocalizada se lee Yahweh. Es el nombre especial que los hebreos utilizan para describir a Dios y solamente ellos.
Así como Baal era un título de una deidad usado en diversas culturas, ninguna otra tribu o nación utilizó jamás el nombre Yahweh para describir un dios de otra clase, era el nombre exclusivo para Israel y de ahí su suma importancia. Con este nombre se quiere referir al Dios eterno e inmutable que tiene existencia propia sin necesitar que nadie le añada nada.
El nombre expresa la naturaleza de Dios.
La referencia al nombre en este mandamiento no es un apelativo simple de Dios. Se trata de todo un compendio de su naturaleza santa. Era una palabra tan sagrada para los judíos que prefirieron no pronunciarla y en su lugar leían Adonai (Señor).
El nombre Yahweh era también la descripción del Dios que hizo un pacto con su pueblo. Les recordaba el hecho de ser un pueblo elegido con el que Dios había entrado en una relación especial con él.
El nombre no era nuevo.
Los patriarcas ya lo conocían (Gn. 12:8, 13:18, 15:2), pero es dudoso que comprendieran el significado absoluto y quizás los israelitas lo habían perdido en su larga estancia en Egipto.
El tercer mandamiento no trata simplemente del mal uso de una palabra de cuatro letras, sino del abuso de lo que este nombre significa. Tomar su nombre en vano es pisotear su pacto por el que ofrece salvación y despreciar su naturaleza santa.
Por tanto, se puede quebrantar este mandamiento sin siquiera mencionar su nombre, como hicieron los escribas y fariseos cuando atribuyeron a Jesús el echar fuera los demonios por Beelzebú (Mr. 3:20-30).

Tomar en vano
¿Cómo podemos tomar el nombre de nuestro Dios en vano? Cada vez que malgastamos su nombre o que carece de sentido, es una palabra vacía para el que la pronuncia.
Veamos cuatro situaciones en que esto ocurre:
§  Cuando la convertimos en una palabra común. Muchos blasfeman el nombre de Dios utilizando las palabras “Cristo” y “Jesús”. Otros son un poco más considerados y utilizan el “¡Dios mío!” o “¡Santo Dios!” como una costumbre social. Aunque utilicemos el nombre de Dios como una exclamación espontánea, nunca es algo inocente, porque reduce la naturaleza de un Dios santo y soberano a un nivel vulgar. Los cristianos no estamos libres de este pecado, porque aún sin blasfemar su nombre o hacer exclamaciones, podemos usarlo de manera banal. Hoy en día muchos tienen la costumbre de decir “¡qué Dios te bendiga!” como aquel que dice “buenos días” sin pensar en el significado de estas palabras. Otros tienen la costumbre de emplear el término “Señor” muy abundantemente sin fijarse en lo que dicen, porque da un halo de espiritualidad. Incluso, hay muchos que lo usan cuando oran en lugar de hacer una pausa, lo que en un escrito sería una coma. Además se hacen referencias veladas a Dios o explícitas con dichos como “esto está divino”, “divinamente”, “¡válgame Dios!”. Un análisis cuidadoso de estas expresiones es fundamental si no queremos transgredir el tercer mandamiento.
§  Cuando se utiliza en la falsa adoración o de manera irreflexiva.  Muchas veces estamos adorando al Señor y cantamos sobre sus perfecciones con magníficas palabras y nuestro corazón está muy lejos del Señor. Cantamos sobre el compromiso cristiano y no estamos dispuestos a que cambie nada en nuestra vida. Hacemos promesas a Dios que luego no guardamos. Alguien ha dicho que los cristianos no dicen mentiras; ¡las cantan en sus reuniones! Esto también es quebrantar el tercer mandamiento
§  Cuando se utiliza para apoyar una mentira.  Hoy en día está de moda en algunos círculos decir que tal persona ha recibido una “profecía” de parte de Dios, cuando en realidad se trata de una intuición propia. Si alguien pretende haber recibido una revelación directa de Dios, cuando Dios no ha hablado, está quebrantando el tercer mandamiento (Dt. 13:1-3).
§  Cuando se utiliza en los juramentos falsos. Los judíos, para evitar jurar por el nombre de Dios, juraban por el templo, por el pacto o por la vida. El Señor no prohíbe el juramento, pero sí quebrantarlo. Por eso nuestro hablar deber ser sí, sí y no, no.
Conclusión: ¿Cómo utilizar el nombre de Dios? Como en todos los mandamientos hay un aspecto positivo, debemos usarlo para el propósito por el cual está establecido: ser bendición que se confiesa:
·         Recordemos que el nombre de Cristo nos abre las puertas de la salvación cuando confesamos con la boca que es el Señor de nuestras vidas y, creemos de corazón que él verdaderamente resucitó para darnos vida eterna. 
·         También lo invocamos en nuestras oraciones
·         Cuando oramos por los enfermos
·         Cuando expulsamos demonios
·         Cuando alabamos de corazón y el dulce nombre de Jesús invade nuestro ser de amor y paz.

viernes, 22 de junio de 2012

LAS TRES REJAS



“El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:

-Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…

-¡Espera! -lo interrumpe el filósofo- ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?

-¿Las tres rejas?

-Sí. La primera es LA VERDAD. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?

-No. Lo oí comentar a unos vecinos.

-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es LA BONDAD, eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?

-No, en realidad no. Al contrario…

-Ah,¡vaya! La última reja es LA NECESIDAD. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

-A decir verdad, no.

-Entonces -dijo el sabio sonriendo -, si no es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido…”



                     (Compartido por Héctor Marroquín para Ministerio Kyrios)

jueves, 17 de mayo de 2012

12 CONSEJOS PARA UN SÚPER MARIDO


1.- Si vas a discutir, discute el punto.  Jamás la relación. No menciones el divorcio cuando sólo te piden poner la ropa sucia en el canasto y no junto a la ropa limpia en la cómoda.
2.- Olvídate de cómo hacía las cosas tu mamá.  Jamás la compares con tu esposa.  Come todo lo que ella te cocine, aunque esté crudo. Ponte la camisa aunque no esté bien planchada (En ese caso es bueno usar un chaleco hasta que ella lo haga mejor).
3.- Nunca le grites a tu esposa, a menos que le avises del Tsunami.
4.- Pide al Señor que te revele cada detalle que ella hizo para agradarte (peinado, ropa, arete, perfume).  Si no te fijas en esas pequeñas cosas, ella se sentirá herida. Y lo peor es que nunca falta el comedido que se va a fijar y la va a conquistar diciéndole lo que ella necesita oír.
5.- Haz todo lo que esté en tu mano para que ella sea una estrella reluciente, recuerda que es tu gloria.  Si ella brilla, tú te verás glorioso.  Si le falta un diente, tú luces como el descuidado.  Si anda despeinada, tú luces como el tacaño.
5.- Nunca trates de excitarla paseándote desnudo o con calzoncillos sexi, sólo reafirmarás la teoría de que el cuerpo humano es feo, además que ella te mirará con pena.  En cambio, ayúdale a hacer las cosas en la casa, como hacer las camas o secar la loza, y verás buenos resultados en la noche.
6.- No te pongas grave ni te conviertas en un marido aburrido.  Las mujeres se enamoran de hombres que las hacen reír, así que no temas hacer el loco con ella.
7.- Nunca la golpees, a menos que se haya atragantado con un pedazo de carne. Los golpes quiebran las relaciones igual como se rompe un vaso de cristal y aunque se reconcilien, siempre será un  vaso pegado.
8.- Si ella te pide un consejo, pon cara de consejero, pero jamás se lo des.  Sólo escúchala con atención, aunque te lo repita cien veces y no la contradigas.  Mientras habla, ella misma hallará la solución. Su cerebro tiene las conexiones necesarias para ello.
9.- Si en la noche te vas a poner cariñosito, aféitate, cepíllate los dientes, ponte perfume antes de ir a la cama.  O, cómprale una máscara antigases.
10.- Nunca escarbes en la basura del pasado. Porque es basura y podrías encontrar hasta perros muertos, y el mal olor no te dejaría vivir el presente.
11.- Nunca vayan a la cama enojados, porque dormirían dándose la espalda y dejarían un lugar para el diablo.  Y esa noche dormirían los tres bien abrazados.
12.- Dile por lo menos ocho veces al día que la amas y habla bien de ella en todas partes, aunque exageres sus cualidades.  La gente te respetará a ti.

Házme caso y tendrás un matrimonio estupendo, te lo dice alguien que lleva 37 años de armonía matrimonial,

                                                             Pastor Rubén Rodríguez R.