¿Cuándo se habla y se canta de Jesús de manera vana?
Seguramente en los días de Navidad. Muchos ponen en sus labios el nombre de
Jesús por tradición, para vender más cosas, o para atiborrarse de comida y
bebida. Todo ello sin pensar en el significado de su nombre.
El tercer mandamiento trata de la forma en que hablamos
de Dios. Su transgresión se ha convertido en un pecado capital de nuestra
sociedad moderna. El significado del mandamiento depende en parte de la frase
“tomar en vano”. Viene de una raíz que significa malgastar e implica la idea de
algo vacío de sentido.
La palabra se encuentra en el Sal. 2:4, “el que no adora
a ídolos ni hace juramentos falsos” donde ídolos es la traducción de la misma
palabra (vacío, malgastado) y la palabra falsos traduce el término para engaño
y fraude.
El nombre
En realidad, el significado del tercer mandamiento
depende principalmente de la palabra nombre. El uso del nombre nos recuerda el
encuentro de Moisés con Dios en el desierto cuando contempló la zarza que ardía
y no se consumía.
Seguramente Moisés había visto más de una vez una zarza
ardiendo, pero nunca había contemplado una zarza que ardía y no se consumía.
Dios le habló encomendándole la misión de liberar a su pueblo de la esclavitud.
Pero él necesitaba saber el nombre personal que tenía el Dios del que había de
ser su portavoz.
Dios le respondió con las palabras Yo soy el que soy que
corresponde a cuatro consonantes en hebreo: YHWH (Yod, He, Wau, He) que
convenientemente vocalizada se lee Yahweh. Es el nombre especial que los
hebreos utilizan para describir a Dios y solamente ellos.
Así como Baal era un título de una deidad usado en
diversas culturas, ninguna otra tribu o nación utilizó jamás el nombre Yahweh
para describir un dios de otra clase, era el nombre exclusivo para Israel y de
ahí su suma importancia. Con este nombre se quiere referir al Dios eterno e
inmutable que tiene existencia propia sin necesitar que nadie le añada nada.
El nombre expresa la naturaleza de Dios.
La referencia al nombre en este mandamiento no es un
apelativo simple de Dios. Se trata de todo un compendio de su naturaleza santa.
Era una palabra tan sagrada para los judíos que prefirieron no pronunciarla y
en su lugar leían Adonai (Señor).
El nombre Yahweh era también la descripción del Dios que
hizo un pacto con su pueblo. Les recordaba el hecho de ser un pueblo elegido
con el que Dios había entrado en una relación especial con él.
El nombre no era nuevo.
Los patriarcas ya lo conocían (Gn. 12:8, 13:18, 15:2),
pero es dudoso que comprendieran el significado absoluto y quizás los
israelitas lo habían perdido en su larga estancia en Egipto.
El tercer mandamiento no trata simplemente del mal uso de
una palabra de cuatro letras, sino del abuso de lo que este nombre significa.
Tomar su nombre en vano es pisotear su pacto por el que ofrece salvación y
despreciar su naturaleza santa.
Por tanto, se puede quebrantar este mandamiento sin
siquiera mencionar su nombre, como hicieron los escribas y fariseos cuando
atribuyeron a Jesús el echar fuera los demonios por Beelzebú (Mr. 3:20-30).
Tomar en vano
¿Cómo podemos tomar el nombre de nuestro Dios en vano? Cada
vez que malgastamos su nombre o que carece de sentido, es una palabra vacía
para el que la pronuncia.
Veamos cuatro situaciones en que esto ocurre:
§ Cuando
la convertimos en una palabra común. Muchos blasfeman el nombre de Dios
utilizando las palabras “Cristo” y “Jesús”. Otros son un poco más considerados y
utilizan el “¡Dios mío!” o “¡Santo Dios!” como una costumbre social. Aunque
utilicemos el nombre de Dios como una exclamación espontánea, nunca es algo
inocente, porque reduce la naturaleza de un Dios santo y soberano a un nivel
vulgar. Los cristianos no estamos libres de este pecado, porque aún sin
blasfemar su nombre o hacer exclamaciones, podemos usarlo de manera banal. Hoy
en día muchos tienen la costumbre de decir “¡qué Dios te bendiga!” como aquel
que dice “buenos días” sin pensar en el significado de estas palabras. Otros
tienen la costumbre de emplear el término “Señor” muy abundantemente sin
fijarse en lo que dicen, porque da un halo de espiritualidad. Incluso, hay
muchos que lo usan cuando oran en lugar de hacer una pausa, lo que en un
escrito sería una coma. Además se hacen referencias veladas a Dios o explícitas
con dichos como “esto está divino”, “divinamente”, “¡válgame Dios!”. Un
análisis cuidadoso de estas expresiones es fundamental si no queremos
transgredir el tercer mandamiento.
§ Cuando
se utiliza en la falsa adoración o de manera irreflexiva. Muchas veces estamos adorando al Señor y
cantamos sobre sus perfecciones con magníficas palabras y nuestro corazón está muy
lejos del Señor. Cantamos sobre el compromiso cristiano y no estamos dispuestos
a que cambie nada en nuestra vida. Hacemos promesas a Dios que luego no
guardamos. Alguien ha dicho que los cristianos no dicen mentiras; ¡las cantan
en sus reuniones! Esto también es quebrantar el tercer mandamiento
§ Cuando
se utiliza para apoyar una mentira. Hoy
en día está de moda en algunos círculos decir que tal persona ha recibido una
“profecía” de parte de Dios, cuando en realidad se trata de una intuición
propia. Si alguien pretende haber recibido una revelación directa de Dios,
cuando Dios no ha hablado, está quebrantando el tercer mandamiento (Dt.
13:1-3).
§ Cuando
se utiliza en los juramentos falsos. Los judíos, para evitar jurar por el
nombre de Dios, juraban por el templo, por el pacto o por la vida. El Señor no
prohíbe el juramento, pero sí quebrantarlo. Por eso nuestro hablar deber ser
sí, sí y no, no.
Conclusión:
¿Cómo utilizar el nombre de Dios? Como en todos los mandamientos hay un aspecto
positivo, debemos usarlo para el propósito por el cual está establecido: ser
bendición que se confiesa:
·
Recordemos que el nombre de Cristo nos abre las
puertas de la salvación cuando confesamos con la boca que es el Señor de
nuestras vidas y, creemos de corazón que él verdaderamente resucitó para darnos
vida eterna.
·
También lo invocamos en nuestras oraciones
·
Cuando oramos por los enfermos
·
Cuando expulsamos demonios
·
Cuando alabamos de corazón y el dulce nombre de
Jesús invade nuestro ser de amor y paz.