jueves, 17 de marzo de 2011

DE HOMBRE A HOMBRE

Hace quince segundos he abierto este blog con un sinfín de sentimientos encontrados en mi ser.  Por un lado una rabia contenida de ver cómo la hombría y la masculinidad se han ido al tacho de la basura y, por otro, con una pena infinita de ver cada día más lejos los ideales del Reino de Dios dentro de la iglesia.  Le puse un nombre sin pensarlo mucho, pero con la intención de que pueda ser un lugar donde los varones podamos ponernos los pantalones, y sacar adelante todas las tareas que esperan en una humanidad sin rumbo, colapsada y sin esperanzas.  Me duele profundamente cómo la gente sin valores y sin respeto a Dios va tomando palco en las tribunas de la sociedad (léase medios de comunicación, política, economía, espectáculo, etc) para decirnos por dónde debemos caminar, que aceptar y que no aceptar.  Pero más dolor me produce ver cómo los que dicen ser cristianos no ejercen un liderazgo en una sociedad que se va comiendo todo lo bueno, lo poco bueno que aún queda por ahí.  Veo una falta de compromiso con la verdad, con la fe, con la integridad.  Cristianos perezosos, esperando recibir, recibir y recibir, pero jamás comprometiéndose con la familia, con la sociedad, con la nación.  Y el caos está por doquier; por donde quiera que pongamos los ojos vemos que las mujeres se van quedando solas en las congregaciones, batallando solas con el mundo que quiere arrebatarles los hijos, ministrando solas un culto familiar a Dios, reprendiendo solas al diablo y a los demonios que pugnan por destruír sus mundos. ¿Y los maridos?  Coqueteando en la oficina con la secretaria o con la vecinita de turno, hechos los "machos" o "minos", desligados absolutamente de toda responsabilidad como padres, como sacerdotes ante Dios, como cabezas de la familia.  Hombres que se olvidaron totalmente que la verdadera imágen de un hombre completo es la imágen de Cristo.  Pobres mujeres que se van quedando solas por el sólo "defecto" de haber elegido ser coherentes en su vida, coherentes con la verdad, coherentes con el compromiso y coherentes con la palabra del Señor. ¿Pero qué digo? ¿Pobres mujeres? Benditas sean ellas. Pobres hombres, necios (en lenguaje moderno es estúpido, imbécil, tarado), que se han ido quedando sin Dios y, por ende, sin principios fundamentales para poder establecer sus vidas cuando queden completamente solos, sin amigos verdaderos (los que tienen ahora son parte de la farándula y, por lo tanto, efímeros), sin hermanos espirituales, quienes, aunque sea a tropezones, tienen el coraje de querer avanzar en medio de una humanidad colapsada y descreída y, lo que es peor, solos, sin el respeto de sus hijos y de la mujer que les ha sido fiel toda la vida

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