
En Jueces 9, del verso 8 al 15 se narra la parábola de los árboles que buscan un rey para que gobierne sobre ellos. Los árboles fueron, en primer lugar, al olivo; posteriormente se dirigieron a la higuera, y finalmente rogaron a la vid, recibiendo de los tres una respuesta negativa, aduciendo que ellos estaban muy ocupados produciendo frutos y que no tenían tiempo para ejercer esos roles de autoridad. Termina la parábola señalando que los árboles aceptan el gobierno de la zarza, la cual ejerce un liderazgo legalista y dictatorial sobre ellos, recibiendo de ésta la amenaza de su exterminación si no se sujetan a sus órdenes. El mensaje que captamos en esta parábola es que el estado actual de decadencia de nuestra sociedad en gran parte se debe a que la gente que da fruto, que tiene autoridad de vida, no quiere involucrarse en los liderazgos sociales, quedándose en vidas tranquilas y cómodas, lo que provoca que surjan como líderes aquellos ansiosos de poder, éxito, fama y dinero, pero que no poseen las credenciales de dignidad y honestidad. Y eso es lo que vemos en todos los roles y funciones donde hayan líderes: pervertidos, ladrones, mentirosos y deshonestos. Las empresas, el gobierno, la política, la educación, todo está leudado por esa falta de idoneidad. También vemos en la paarábola que el otorgarle el mando a la zarza la pervierte, y eso ocurre con los incompetentes. Lo vemos cuando una persona asume el mando en alguna compañía o en
el gobierno, que cambia radicalmente. Se convierte en autoritaria, se alía
con la administración, no se solidariza con los compañeros.
Generalmente actúa de manera hipócrita, y les dice a sus compañeros que
lo que él o ella hace no se puede explicar porque sea de la
administración, sino porque lo ejecuta para mejorar el lugar de trabajo
o el país. Dice asimismo que la vida privada de sus compañeros de
trabajo no le importa, pero los fiscaliza, los espía y los chantajea
cuando ve que no se amoldan a su forma de trabajar. Justifica todas sus
acciones con la administración.
Éste
es el cuadro que tenemos en nuestra vida diaria en nuestros trabajos y
en nuestros países. Personas que no valen nada en los puestos de poder.
Abimelec dio esas muestras cuando destruyó la ciudad de Siquem (9:45),
quemó la "torre de Siquem" (9:46-49) y cuando finalmente lo mataron en
Tebes (9:53-54). Muchas veces vemos que
profesores o profesoras deciden ser decanos o decanas para deshacerse
de compañeros que no le caen bien, o para gozar de prestigio y poder,
no para ayudar a la universidad o a la escuela. Los dictadores suben al
poder por golpes de estado, y luego hacen desaparecer a sus opositores.
Creo
que la enseñanza se puede aplicar también de dos maneras. La primera,
siempre seamos fieles a nuestra vocación. Un maestro o maestra es eso
primero que nada. La administración hay que dejarla a los
administradores. La segunda, siempre miremos a quién proponemos para
administrar nuestras vidas, ya sea en el trabajo o en el país. No nos
podemos quejar si dejamos que esos malos administradores, como los de
la parábola, rijan en el mundo y nos quiten la poca posibilidad que
tenemos de vivir en paz de una vez para siempre.
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