viernes, 3 de junio de 2011

DIOS ES NUESTRA FUENTE

Nada puede hacer el hombre sin Dios.  Fue creado para expresarle la gloria a su creador, y mientras no se decida a hacerlo, seguirá deambulando por la tierra, sin encontrar sus metas ni objetivos.  A menudo lo vemos, caminando sin expresión por la calle, bostezando en una fila en el banco, dormitando en un asiento del microbús, esperando llegar a su casa y encontrarse con una familia, frente a la cual, aparte de las obligaciones y cierto cariño, no siente absolutamente nada más; mira a su mujer y casi no puede entender, y tampoco busca hacerlo, cómo llegó a relacionarse con ella, en circunstancias que el tiempo le muestra que son absolutamente incompatibles, lo que ha determinado que a la vuelta de esos pocos años de matrimonio, ya sean unos absolutos desconocidos.  Y es que el hombre sin Dios no tiene vigor, ni fuerza, ni incentivos.  Dios es su fuerza, su vigor porque es su fuente. Absolutamente cierto: Dios es nuestra fuente.  Tal como la tierra es la fuente de las plantas, y el mar la fuente de los peces, así el ser humano tiene una fuente, la cual le da la vida, la potencia y su razón de ser.  Si miramos a un pez fuera del agua, es sólo para verlo languidecer y morir, igual que una flor fuera de la tierra.  La Biblia nos enseña con toda claridad esta tremenda verdad.  Lo señala en el Génesis: "...después dijo Dios: produzca la tierra hierba verde, hierba que de semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra.  Y fue así....."   Esto significa que la tierra es la fuente de las plantas y, por lo tanto, es lo que le da vigor, vida y propósito.  Lo mismo ocurre con las aguas, así lo vemos en Génesis 1:20.  "...Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos...".  De la misma manera, el agua provee el sentido de la vida a los peces.  ¿Pero que dicen las Escrituras con respecto de la creación del ser humano?  Eso lo encontramos en Génesis 1:26 "Entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra semejanza...".  Dios nos creó y reclama su derecho de producción, tal como la tierra las plantas y el mar los peces.  Y exactamente de la misma forma que la tierra y el mar son fuentes creadoras, así también Dios es nuestra fuente creadora y, por lo mismo, el que nos da la vida, el vigor, la fuerza y el sentido.  Sintetizando, un hombre sin Dios es lo mismo que ver a un pececito agonizando entre las rocas, a la orilla del mar.  O una flor secándose fuera del jardín.  Dios pueda volvernos a nuestra potencialidad divina, amén.

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